El Jardín del Recuerdo

El conmovedor silencio de estas noches es idóneo para construir recuerdos sobre estos días que propicien una solidaridad que será de obligado cumplimiento.

Escrito por Enrique Salvo Tierra

El conmovedor silencio de estas noches es idóneo para construir recuerdos sobre estos días que propicien una solidaridad que será de obligado cumplimiento. Uno de los gestos más solidarios del ser humano es plantar árboles o construir un jardín. Es un acto de solidaridad con las generaciones venideras, ya que alcanzarán su esplendor más allá de la vida de sus promotores. Hay ya quienes se afanan en construir en verde para el siglo XXII. Uno de esos parques que disfrutarán lo malagueños del próximo siglo será el Jardín del Recuerdo. La sensibilidad visionaria de Federico Souvirón se hace palpable cuando describe lo que desea en ese espacio, hasta hace poco solo era un erial.


Desprende su compromiso con el futuro y el pasado cuando relata las ideas a desarrollar y que empiezan a verse materializadas. La avenida de los árboles insignes de Málaga, el río de la vida o los paseos poéticos son ya buenas muestras de lo que es esta realidad de futuro. La técnica la pone el avezado Rafael Guerrero, experto jardinero cultivado en la tradición pero movido por la innovación a base de Naturaleza para resolver los problemas que amenazan nuestras ciudades.


Sensibilidad y técnica es la mezcla perfecta para predecir que el Jardín del Recuerdo será el Gran Parque de Málaga del próximo siglo, en donde, además de aportar servicios ecosistémicos, se configura también para el recuerdo. Recuerdo que no Nostalgia, porque allí la Naturaleza te enseña con alegría que todo perdura en ciclos encadenados. Madroños, algarrobos, olivos o encinas cobijan a su alrededor las cenizas de lo material, mientras lo esencial se incorpora a la savia que alcanza lo más elevado. La tradición de engalanar con macetas nuestros patios andaluces tiene su origen en nuestros antepasados romanos.


Colocaban vasijas con plantas vivas en sus atrios para mantener el recuerdo de sus finados, ya que aquellos arrayanes, laureles, rosas, violetas y pensamientos albergarían la parte más cercana y familiar de sus almas. El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados afirmaba Jean Paul. En este jardín se alza un Ginkgo, árbol de la resistencia, que será el símbolo de este momento histórico. Junto a él habrá que plantar una Periploca, la flor del abrazo, que conmemore ese momento final que tanto deseamos.

Cuidemos la naturaleza