El sueño de Estrabón

Cuando Aristóteles en la Academia de Atenas encargó a Estrabón la disciplina geográfica a buen seguro que pensaba en esta Ciencia como un aporte al avance y unidad de los pueblos.

Escrito por Enrique Salvo Tierra

Cuando Aristóteles en la Academia de Atenas encargó a Estrabón la disciplina geográfica a buen seguro que pensaba en esta Ciencia como un aporte al avance y unidad de los pueblos. El gran salto del pensamiento humano que supuso el Renacimiento tuvo tres pilares, el encuentro con mundos insospechados en nuevos continentes, la prodigiosa creación de la imprenta como forma básica de propagar el conocimiento a través de los libros y el desarrollo de la tecnología naval y muy en especial de la cartografía con el fin de generar rutas e itinerarios más seguros, capaz de interconectar el mundo conocido.


Vivimos tiempos en donde la ecuación que determina el pensamiento es muy similar a la de hace cinco siglos. Es el resultado de tres sumandos de idénticas pretensiones: acercarnos a nuevos mundos, globalizar la comunicación y establecer nuevas rutas a partir de una cartografía global, proporcionada por los enormes avances de los sistemas de información geográfica, tan accesibles para todos como el StreetMap o el Google Earth, que te permiten llegar desde tu casa a los lugares más recónditos del planeta.


Benjamín Galacho desde su Cátedra Estratégica de Recursos Geotecnológicos para la Economía y la Sociedad, junto a dos innovadoras empresas malagueñas, Cartomatric y Agron, han desarrollado un proyecto que demuestra que los avances tecnológicos de los sistemas geográficos pueden servir a un fin encomiable por sus solidarios objetivos. Proporcionar a Burundi, un país a ocho mil kilómetros de Málaga, de un mapa de carreteras, con la ubicación de pozos, de equipamientos o de pastizales para la ganadería, es un paso de un enorme magnitud para ayudar a cerrar tantas brechas como se han abierto en la humanidad entre desarrollados y no desarrollados.


Ese es el Mapathon Málaga que ha desarrollado de manera altruista Galacho con una treintena de voluntarios. Estas iniciativas son el mejor apoyo para que el continente africano deje de ser ese submundo de hambrunas, de probatinas de fármacos, de vertederos de residuos tóxicos y peligrosos o de cruentos ensayos bélicos. Entonces ya no serán necesarias las concertinas y las fronteras sólo seran líneas de puntos y rayas, cada vez más difusas. El futuro que nos abre Galacho debió ser el sueño de Estrabón.

Cuidemos la naturaleza